Sexo 4.0 by Valérie Tasso

autor:Valérie Tasso [Tasso, Valérie]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Temas de Hoy
publicado: 2017-06-05T22:00:00+00:00

ENAMORAR, AMAR, FOLLAR

Al principio ya mencionamos algunas arquitecturas civiles que utilizan el cemento como aglutinante. En el caso de la arquitectura social de la pareja, ¿qué es lo que la cohesiona? Son gestos, pasiones y tensiones todas ellas emanando de nuestra condición de seres eróticos. Pero quizá haya una sustancia capital, tanto como los pactos, que es el amor. El amor es otro concepto que está más liado que la pata de un romano, pues suele confundirse con otros con los que nada o poco tiene que ver, y esta falta de claridad conceptual provoca numerosos desajustes en la pareja.

Para empezar, una cosa es estar enamorado y otra muy distinta amar (una cosa es una emoción y otra un sentimiento). Lo primero es intuitivo y está al alcance de todo el mundo, independientemente de su experiencia. Lo segundo exige una cultura sentimental de la que no todos venimos dotados «de serie» (algunos no lo estarán nunca). Porque una cosa es ver una obra de arte y otra explicar los fenómenos estéticos que esta produce.

En los últimos catorce años se ha producido cierta re-significación del enamoramiento. Así, mientras la economía de mercado busca que nos enamoremos cada vez más (el enamorado es una persona que suele gastar mucho), al mismo tiempo hay una mayor resistencia por parte de la intelectualidad a la hora de valorar positivamente el enamoramiento. Es como si todas las fuerzas y dispositivos que ideológicamente nos condicionan y nos ofrecen (o venden) sentido quisieran potenciar una idea decimonónica de lo que son los afectos vinculados a la pasión amatoria.

La persona enamorada es un obsesivo inducido, es decir, no ve más allá del objetivo (su enamorado/a) y todos los aportes de sentido que le da la vida los utiliza para justificar el relato fantástico que sostiene su enamoramiento («si no me hubiera atropellado el trolebús, nunca nos habríamos conocido», etc.). El juicio de la persona enamorada sobre su situación emocional queda obnubilado, cuando no suspendido, y mentalmente es, digamos, muy «creativo» tanto en sus comportamientos como en su proceso imaginario (efecto del chute bioquímico que desencadenan la emoción enamoradiza y la necesidad de la narración significante que soporta el enamoramiento). Y, además, todo eso le produce una sensación maravillosa sin necesidad de meterse nada en vena. De modo que tenemos a alguien que padece el baile de san Vito, que está obnubilado y encantado de estarlo. Solo le falta dinero para ser el consumidor perfecto. Todos esos efectos se producen porque, para esa persona, lo que le ha sucedido —enamorarse— es un acontecimiento, es decir, es algo que le explica y da sentido a su existencia actual, pasada (pues todo lo pasado «encaja» perfectamente en su presente) y futura (ya hay una guía que le dirige, un presunto por-venir). El peligro estriba en que está viviendo una fantasía que va a destilar, alterar y convertirse en su realidad.

Tomemos el ejemplo de una persona felizmente emparejada que posiblemente tenga un par de hijos con su pareja. Súbitamente le embiste el tranvía del enamoramiento por una tercera.

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